Disminuir los niveles de colesterol LDL (colesterol “malo”) y triglicéridos es clave para mantener la salud cardiovascular. Algunos nutrientes como los ácidos grasos omega 3, la fibra soluble y fitoesteroles limitan la absorción de colesterol en el intestino y favorecen su eliminación, evitando que se acumule en las arterias.

Al controlar los factores de riesgo como la dislipidemia, hipertensión e inflamación crónica, se previene el desarrollo de enfermedades como infarto, angina o accidente cerebrovascular. El equilibrio lipídico y la reducción de procesos inflamatorios contribuyen a mantener el corazón y los vasos sanguíneos saludables.

Los antioxidantes neutralizan los radicales libres que dañan células y tejidos. Este daño oxidativo está asociado al envejecimiento celular y al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. El consumo regular de antioxidantes protege la integridad vascular y reduce la progresión de placas en arterias.

La inflamación crónica en los vasos sanguíneos es un factor clave en la formación de placas ateroscleróticas. Componentes antiinflamatorios como el omega 3, polifenoles o ciertos extractos vegetales reducen la producción de citoquinas y mediadores proinflamatorios, favoreciendo la reparación del endotelio vascular.

Una buena circulación depende de la salud de las arterias y la fluidez de la sangre. Nutrientes vasodilatadores, antioxidantes y antiinflamatorios ayudan a mejorar el flujo sanguíneo, oxigenar tejidos y evitar la formación de coágulos que pueden bloquear arterias o venas.

Esta condición, muy asociada al síndrome metabólico, puede mejorar significativamente con cambios en la dieta y el uso de ingredientes que modulan lípidos, reducen la inflamación y mejoran la sensibilidad a la insulina. Sustancias como el aguacate, la lecitina y el omega 3 favorecen la regeneración hepática y reducen la acumulación de grasa en el hígado.

Una dieta rica en antioxidantes, ácidos grasos esenciales y fibra puede ayudar a reducir la formación y el tamaño de las placas que se adhieren a las paredes arteriales. Este efecto evita la obstrucción del flujo sanguíneo, mejora la elasticidad arterial y previene eventos cardiovasculares graves.